HISTORIA DE SAN FRUTOS Y SU PRIORATO

A continuación os dejo un texto escrito en 1897 por Marius Férotin, historiador e hispanista francés, su título es "Histoire de l'Abbaye de Silos" en el que podemos encontrar un capítulo sobre San Frutos. Creo que en vísperas de la festividad de San Frutos es un momento muy adecuado para compartirlo con todos vosotros. Quiero agradecer a Nacho (Cerveza Veer) el haber contactado con su amigo Sebastien que ha sido quien ha traducido el texto del francés.

CAPÍTULO IV
El Priorato de San Frutos

El priorato de San Frutos (Sanctus Fructus) se encuentra en medio de un desierto, a aproximadamente cuatro leguas al noroeste de la ciudad de Sepúlveda. El monasterio se erige sobre una peña que domina un desfiladero profundo y salvaje en el cuál corre el Duratón. El río ha cavado alrededor de la peña una zanja inmensa que mide cerca de 300 pies de alto por 150 de ancho y que lo hace casi inaccesible. La imaginación no podría soñar con un lugar más tremendo y más imponente a la vez. No conocemos otros lugares que dejen tal impresión de grandeza salvaje.

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Es en esta soledad austera que se retiraron en el siglo VII los dos hermanos Frutos y Valentín, con su hermana Engracia. No tenemos que escribir la historia, por lo demás mal conocida, de estos santos ermitas. Se la encuentra en Florez (La España Sagrada) y sobre todo en las Acta sanctorum, donde el P. Victor de Buck ha consignado gran parte de las tradiciones relacionadas con su vida y su culto.
Solo decir que San Frutos murió en paz en lo alto de su peña en 715, poco después de la invasión de los árabes. El fanatismo de los Árabes explica la aureola de martirio del hermano y la hermana del Santo. Su cuerpo fue sepultado en un pequeño santuario que se convirtió rápidamente en el objeto de la veneración de los cristianos de la región.
Alfonso VI, rey de Castilla, dio la iglesia y la comarca que la rodea a D. Fortunio, abad de Silos, por medio de una carta solemne a fecha del 20 de agosto 1076. Este documento tiene un interés peculiar por la lista que contiene de los veintiséis primeros habitantes de Sepúlveda, encargados por el rey de delimitar el territorio de San Frutos.
Después de haber fundado este nuevo monasterio, (en efecto, nada indica que hubo monjes allí antes del privilegio de Alfonso VI), una de las primeras tareas del abad Fortunio fue la de levantar una iglesia más digna de las reliquias del santo ermitaño. D. Bernardo, arzobispo de Toledo, la consagra en el año 1100, como nos lo enseña un importante inscripción contemporánea, que publicaremos más adelante un texto exacto y completo. Esta iglesia, muy curiosa a pesar de sus pequeñas medidas, aún está en pie, más o menos tal como la dejo el abad de Silos a finales del siglo XI. Se construyó con los vestigios del antiguo castro romano, que se alzaba a poca distancia del priorato.
Cuanto a las reliquias de San Frutos, gran parte de ellas fueron ofrecidas – no sabemos muy bien en qué fecha –, a la ciudad de Segovia, el humilde solitario se convirtió, y aún hoy lo es, en el patrón de la ciudad.
En el año 1126, el rey Alfonso VII permitió a D. Juan, abad de Silos y al prior de San Frutos, D. Sancho, establecer colonias cerca del monasterio y poblar la aldea de Ceca. Estos colones tenían una organización que nos parece útil de dar a conocer. Las tierras estaban divididas en tantas partes (quiñones) como familias había (vecinos) con la única condición de que el número de estas partes no podía aumentar. Por causa de la aridez de la zona, no habrían dado de comer para más personas y los hijos menores tenían que ir a buscar fortuna a otra parte. Cada familia vivía en una casa que el monasterio debía mantener y si era necesario, reconstruir. Los bosques y los prados eran comunes, pero cuidadosamente vigilados por un guardia que designaba el prior. Gracias a este sistema de gobierno resultaba que las familias gozaban de un cierto bienestar, a condición de contribuir igualmente a sus labores. De ahí también resultaba que podían pagar con cierta facilidad la debida renta a los monjes, sin que les diera por envidiar la suerte de sus vecinos, otros pequeños propietarios. La historia de este priorato será bastante larga, consultando la tabla general del Recueil des chartes de Silos, se podrá completar en gran parte lo que no contamos aquí.
Hacia el fin del siglo XV, la Congregación de Valladolid quiso adueñarse del priorato de San Frutos, a pesar de la resistencia del abad de Silos y del prior. El comisario de la Congregación hasta lo logra en algún momento, por medios de los cuales se puede saber detalles en una cedula real del 14 de agosta de 1498; pero el prior recurrió a Roma y a los Reyes Católicos y acabo ganando el pleito. Sin embargo, el papa Alejandro XI se reservó la nominación al priorato que confió a titulo perpetuo al antiguo prior Martin de Beltranza.
Después de la supresión de los órdenes monásticos, todos los bienes del monasterio fueron vendidos, incluso gran parte del mismo priorato. La iglesia siguió teniendo función de parroquia, pertenecía por consiguiente al obispo de Segovia, así como el alojamiento del prior, cura de SanFrutos. A pesar de todo, era por temer que este antiguo santuario fuese totalmente abandonado y cayese en ruinas, cuando el ultimo abad de Silos fue nombrado en el obispado de Segovia. De acuerdo con el gobierno de la reina Isabela, Monseñor Echevarría se apresuró en instituir San Frutos como curato de termino.
Esta medida salvo San Frutos, que hoy aún es uno de los lugares de peregrinaje más visitados de la diócesis de Segovia. Se acude de toda la comarca, y el 25 de octubre de cada año la iglesia resulta ser diez veces estrecha para contener la muchedumbre que se apresura a sus puertas. Quizás algunos turistas o aficionados de parajes bellos han aprovechado la circunstancia para acercarse, pero la mayoría de los peregrinos está todavía animada por la confianza más viva hacia el pobre solitario que murió en esta peña salvaje hace cerca de doce siglos.

APPENDICE
Nos agradará compartir aquí una descripción interesante del priorato de San Frutos, escrita hacia 1570 por el abad de Silos, Geronimo de Nebreda, y aún indedita:
«El sitio de este monasterio es de los mas ásperos, retirados y espantosos que ay en España. Está en el obispado de Segovia, dos leguas de la villa de Sepúlveda. Ciñe el rio Duratón una grande peña, que tendrá en contorno media legua; la peña desde lo alto al rio es tajada como si la huvieran cortado a mano, y tan profunda que pone horror mirar abajo. En lo alto de esta peña ay un pequeño llano, y en él está el monasterio, que es harto estrecho. No tiene tierra, ni aun para una pequeña huerta. No tiene agua; todo el suelo es una peña lisa. Para entrar donde está el monasterio está cortada la peña, y allí ay un puente de madera, que dicen que san Frutos, yendo retirándose de los enemigos, dio como una cuchillada en la peña con el baculo que llevaba, y se abrio, quedando con esta hendedura y el cerco que haze el rio aislada la pequeña plaça donde está el monasterio.
Demas de el rio, cercan este peñasco otras peñas tan altas que deben de tener más de cien estados, y tan lisas y cortadas que parezen un muro. No alcanzara desde el monasterio un mosquete a estas peñas que le cercan.
Ay dos caminos para yr al monasterio a caballo: uno desde Sepúlveda por unos montes, otro por donde sale el rio y esta un molino, subiendo una cuesta arriva tan aspera y pedregosa que se anda con grandisimo travajo y no sin peligro.
«La iglesia de este monasterio es pequeña y la que se edifico quando dize la piedra. En la capilla mayor por la parte de afuera ay algunas piedras que parezen aver sido de otros edificios antiguos...

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Por medio de esta montaña, como si fuera la cintura de aquel grande monte o peñasco donde esta el monasterio, esta cortado un camino que tiene de alto un estado y de ancho una vara. Ha de tener muy buena cabeza quien caminare por el, porque mirar avajo es poner los ojos en el abismo. Por este extraño camino se va a una hermita pequeña, donde dizen hizo vida san Valentin... Estan los cuerpos de los tres santos hermanos en una capilleta de la iglesia en sus caxas muy bien puestas y obra Dios por ellos muchos milagros».
Esto es el relato de uno de estos prodigios. Tiene su importancia para la historia del priorato y el recuerdo es aún popular en el país, bajo el nombre de milagro de la mujer despeñada. Dejamos otra vez la palabra al abad de Silos:
«En la era de 1263 (de N. S. 1225) sucedio un milagro notable en este mismo dia de la Santisima Trinidad (día de gran peregrinaje anual en esta epoca), quando se juntan más de treynta cruzes de los lugares de alrededor, y fue que haviendole dicho a un hombre honrado natural de Santo Domingo de Piron, cerca de Segovia, que su muger le hacia adulterio, la trajo a esta romeria con intento de despenarla. Y fue assi que llamandola en lo mas alto de la pena de San Frutos, que es tan alta que por maravilla andan aves por encima de ella, sino todas por lo bajo, le dijo que se asomase desde alli para ver la cueva y hermita de San Valentin. Y ella, ignorando del intento de su marido, se asomo alargando la cabeça para verla; y a este tiempo, el marido le dio un empujon, con que la hecho dela peña avajo; y ella fue topando en otras penas y arboles que nazen de ellas hasta llegar al rio. Començose a alborotar la gente, diziendo que se avia despeñado una muger. Salieron los religiosos con muchas personas y bajaron al rio y hallaron a la buena muger puesta derodillas, dando gracias a Dios y a su siervo san Frutos; que por su intercesion se avia librado de tan grande y evidente peligro sin aver rezevido daño alguno.
«Este milagro esta pintado en una imagen antigua que esta en los altares colaterales de la iglesia, donde esta dibuxada la peña, la mujer asomada a ella y el marido que la despeña, los monges con muchagente que vajan al rio y ella de rodillas junto a el.
«Esta buena muger se aparto de su marido y se dono a este monasterio, donde vivio ocho años y mas, sirviendo a Dios en aquella iglesia; y al cabo de ellos murio santamente, y su cuerpo fue enterrado en una sepultura ordinaria, y encima de ella esta un rotulo que dize: « Aquí yaze una muller por su marido despeñada, e no murio, e mando a esta casa su facienda ». Y oy goza el monasterio de la hacienda de esta santa muger 120 libras de lino, 12 gallinas y 12 ducados de censo perpetuo; lo qual traen la vispera de la Purificacion de Nra Sra todos los años dos regidores, el uno del concejo de Santo Domingo de Piron y el otro del concejo de Tençuela (Atenzuela) en tierra de Segovia, que son los lugares de esta santa muger y de sus padres ».

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Los archivos de Silos (C. XXVII, 34) contienen dos actos relacionados con la mujer despeñada: 1° El acta de la apertura de su tumba, el 9 de enero de 1596 «... Abrimos y vimos por nuestros ojos algunos pedaços del cuerpo, con su carne y cuero... y nos parecio con buen olor.» Firmado por Fr.Francisco de Valdivia, prior de San Frutos, y por otros cinco religiosos del convento de Nuestra Señora de la Hoz, de la orden de San Francisco. Nebreda añade: « Hallaron el cuerpo tan entero como el dia que le enterraron, y dentro de el sepulcro avia muchas monedas antiquas, que como a cuerpo señalado en santidad las avian echado dentro para memoria.» — 2° El atestado  de su translación (en la fiesta de la Trinidad, el 7 de junio del mismo año) de la tumba primitiva ubicada en el claustro, a otra tumba ubicada en la iglesia del priorato.

Publicado originalmente en La Web de Sebúlcor el 24 de octubre de 2017.

Uge, La Web de Sebúlcor

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