SEBÚLCOR. UN PUEBLO DE BRUJOS EN PLENO SIGLO XXI

En lo más profundo de la meseta segoviana, aún resuena la tradición de hechiceros que durante siglos han curado a personas y animales con rituales, conjuros y remedios.

Por Ana María Criado Calvo (marzo de 2021) 

veleta

El termómetro cifra bajo cero, el invierno aún acecha y apenas se escucha el murmullo de las primeras hojas que dan la bienvenida a la primavera desde la copa de los árboles. Es marzo y aún no ha empezado el toque de queda a causa del coronavirus, pautado cada día a las 10 de la noche; pero las calles permanecen vacías, desiertas y sin tránsito desde ya hace varias horas. En las zonas rurales el silencio no es algo nuevo, tampoco consecuencia de la llegada de una catastrófica pandemia. Sebúlcor, un pequeño municipio situado entre la Tierra de Pinares y la campiña segoviana, parece embrujado cuando cae el ocaso. No obstante, es parte de su identidad e historia, pues precisamente es reconocido desde hace siglos como “el pueblo de los brujos”. Esto se debe a una tradición folclórica de conjuros, druidas y curanderos que garantiza una atmósfera pintoresca, llena de enigmas y secretos. Y aunque ya casi nadie cree en ellos, la leyenda permanece muy viva en el imaginario popular de toda la comarca.
 
 En un contexto tan marcado por una crisis sanitaria sin precedentes, Sebúlcor carece de farmacia y apenas recibe la visita de un médico. Desde marzo del pasado año, el personal sociosanitario solo ha aparecido por sus calles para atender contadas urgencias. 

 Para hacer frente a las dificultades, sus habitantes aún practican y mantienen tradiciones ancestrales. Así, salen a la luz los sanadores –conocidos como brujos- que durante siglos han sorprendido a todos los visitantes del lugar por su capacidad para curar personas y animales enfermos, tanto física como mentalmente, con sus remedios y rituales. Estos consisten en recetas, hierbas u oraciones que no tienen ninguna evidencia ni explicación, pero se han mantenido a lo largo del tiempo, hasta llegar a nuestros días.

 No es raro escuchar en las zonas aledañas “¡vaya con los brujos de Sebúlcor!”. Esta pequeña localidad, que no llega a 300 habitantes, ha cambiado su gentilicio original –sebulcorano- para renombrar a sus vecinos como “brujos”. Este municipio se sitúa en pleno corazón de las Hoces del Río Duratón, donde se puede encontrar el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz o la Ermita de San Frutos. A la belleza de su paraje, se suman la riqueza de sus tradiciones que lo envuelven en un aura de misterio. Un campanario inclinado, un sepulcro visigodo bajo su iglesia o la leyenda de los curanderos son sus señas de identidad primordiales, que permanecen intactas aún en pleno siglo XXI. Una época de tecnología, innovación, progreso y futuro que, en gran medida, ha desdibujado estas prácticas sanadoras inexplicables, pero todavía quedan testimonios de su magia. Hace 20 años, el periodista e historiador Guillermo Herrero escribió sobre “el último curandero” en uno de sus artículos en El Adelantado de Segovia. 

 Hacía referencia a uno de sus vecinos, Mariano Tejedor, fallecido hace algunos años y resinero de profesión, “un hombre que sabe cómo curar con hierbas y rezos”. Como se menciona en el artículo, en los extensos pinares cultivó su olfato y aprendió botánica, alcanzó una total simbiosis con la naturaleza, hasta el punto de elaborar casi de manera intuitiva brebajes, ungüentos y cataplasmas casi mágicos. En ese momento, no pudo desvelar quién le enseñó este oficio, aunque sí mencionaba alguno de sus rituales para curar tanto a animales como a personas. Entre sus muchas especialidades, destacan la cura del catarro, los forúnculos, los clavos, las verrugas, las hemorroides, las anginas y las picaduras de alacranes. No obstante, también era capaz de adivinar el sexo de los bebés por medio de un truco con una perra gorda.

 La leyenda de los brujos está llena de entresijos. Un vecino anónimo del municipio remarca que “no es algo de lo que se hable con detalle, ya que, por respeto, hay una parte de secreto para quien lo practica”. Esto se debe a que es fruto de la tradición oral y los conjuros son heredados, traspasan por generación. No se pueden contar, pues de otro modo, se acabaría la magia y dejarían de funcionar. Mariano legó algunos de sus poderes a su hija Victoria, que aunque conoce varios remedios, solo puede desvelar uno, que es el que usa para quitar clavos: “tantos clavos como tienes en la mano, tantos garbanzos tira a un pozo”. No obstante, según documentan varios vecinos del pueblo, hay variaciones de este hechizo: tirar los garbanzos y decir unas palabras en alto para no escuchar el sonido que hacen al caer al agua, restregar ajos en la piel mientras se pronuncia una oración, tirar una moneda a un pozo de espaldas y no darse la vuelta para mirarla o, de otro modo, volverían a salir; realizar un ungüento con leche de higos y verterlos en la zona afectada, etc.

torre

 Según una encuesta realizada a 76 vecinos de la comarca por vía telemática, más de la mitad conocían algún ritual practicado por los brujos de Sebúlcor. Paz Rodrigo, ya fallecida, era famosa por curar las anginas al atar un cordel de lana a la muñeca y hacer un masaje en la zona con aceite mientras realizaba una plegaria. Olegario Arranz, regente de uno de los bares del pueblo, heredó de su madre la curación de las hemorroides: “con la raíz de cierta planta se hace un hatillo y se guarda entre la ropa interior y la piel hasta que se seca”. Olegario no puede revelar de qué planta se trata, pero asegura que cuando se seca, el problema se acaba. Hay infinitud de remedios: masajes de tuétano de hueso de vaca para aliviar las contracturas de la espalda, una mezcla de aceite y trigo acompañada de rezos para quitar la “nube en el ojo” de una vaca, lociones de pelo con la planta de San Juan,…  Es destacable que aunque la gran mayoría conoce alguna de las prácticas de sanación, solo siete personas del total de encuestados saben realizarlas. 

 Teodora de Frutos es, para muchos, la última bruja reconocida. A ella han acudido familiares, vecinos, amigos y amigos de amigos, que aconsejados por personas que han quedado satisfechas, no han dudado un instante en pedirle ayuda. A sus 63 años, conoce brebajes con plantas para diferentes malestares. También quita los gases con un pañuelo, el cual mueve sobre el vientre del afectado mientras pronuncia unas palabras que solo ella conoce. Algo que funciona incluso en bebés recién nacidos. Sin embargo, por lo que es verdaderamente popular es por quitar el mal de ojo, un aprendizaje heredado de su padre. Él se lo quitaba principalmente a los animales: “antiguamente, cuando la posguerra, el mal de ojo no se daba en personas, sino en animales, que en aquel tiempo era lo más valioso”, indica Teodora. Ahora ella se lo quita a las personas, solo necesita un trozo de pelo del interesado y un candil antiguo. No puede decir nada más del proceso, pues es secreto, pero asevera que, con este ritual, comprueba perfectamente quién está maldito y de qué manera.

candil

 Ya no hay brujos en Sebúlcor que sepan este conjuro, solo Teodora. En el pasado, Mariano también quitaba el mal de ojo e, incluso, adivinaba quién era el culpable de las desgracias que estaban sufriendo sus pacientes. Su hijo Alberto recuerda cómo el sanador entraba en una habitación a solas con la persona que creía tener el mal de ojo y colocaba “algo parecido a una tijeras” en el centro de una criba de cereal para hacerla girar. Mientras estaba en movimiento, el brujo empezaba a decir nombres de los sospechosos de haber echado el mal de ojo a su paciente. Y cuando se decía el nombre correcto, la criba paraba en seco. Casi de manera fantasmagórica. Y algunos vecinos anónimos dan crédito de la posibilidad de que aquello funcionase de verdad.
 
 Además, cada cierto tiempo llegaban a su casa sobres postales con trozos de pelo o de tela, pues eran elementos necesarios para limpiar el mal de ojo a sus propietarios, que ya no eran vecinos, sino forasteros de otras ciudades. Mariceli de Frutos, también vecina del municipio, recuerda en una entrevista en Museo Sonoro cómo su padre a veces se iba a un sitio oscuro con un plato de porcelana lleno de agua y un candil. Mientras lo encendía, formulaba una jaculatoria que ella no ha llegado a conocer. Se decía que si la gota de aceite caía en el plato de agua y se esparcía, la persona que había acudido a él estaba embrujada. De modo contrario, no lo estaba.
 
 El mal de ojo puede considerarse como una superstición. El conocido noble castellano Enrique de Villena escribió varios tratados sobre esta creencia en el siglo XV, al igual que el periodista Joaquín Bastús, que relacionaba el mal de ojo con la envidia. Incluso en el Corán se hace referencia al “mal de un envidioso cuando envidia” (113:5). “Hay ojos que te sientan mal, mi padre me decía que era la envidia, que aunque no te quieran hacer daño, lo hacen sin darse cuenta”, añade Teodora. No obstante, hay un modo de evitarlo: “Cuando veas a una persona que no te gusta la manera en que te mira, cruza los dedos, mételos en el bolsillo y no te pasará nada”. En Sebúlcor, hay muchas historias conocidas, tanto pasadas como presentes, de muertes repentinas e inexplicables del ganado. Muchos coinciden en que, en un cierto tiempo, había una mujer que cuando pasaba entre un rebaño de ovejas, al día siguiente varias de ellas aparecían muertas. En las personas, el mal de ojo puede presentarse como etapas de fuertes dolores de cabeza o bajo estado de ánimo, condiciones que algunas de las personas que han acudido a Teodora en busca de ayuda comparten.
 
 No hay evidencias científicas ni pruebas materiales que certifiquen su eficacia. Teodora sostiene una consigna: “Tienes que creer, sino no funciona”. En una escala de confianza, más del 70% de los encuestados otorgan a estas prácticas una fiabilidad media o alta. Una de ellas es Juana Cano, que nació en Jaén, pero pronto se mudó a Sebúlcor al contraer matrimonio con un brujo, Daniel Calvo, al que no creía cuando le contaba historias sobre las sanaciones que se hacían en el municipio. Ella pensaba que “brujo” era un simple mote, pero luego descubrió que iba más allá. Daniel curaba las llagas al escribir una oración en un papel que luego colocaba bajo la almohada del enfermo durante toda la noche, con la condición de que no se podía leer. En cierta ocasión, se negó a curar a Juana cuando sufría esta dolencia, pues decía que era una “incrédula” y por eso “no funcionaría”. Todo cambió cuando acudió a una conocida sanadora llamada Tomasa, “La Tomasilla”, porque le habían salido decenas de verrugas en las manos. “Yo no sé lo que hizo, pero en unos pocos días desaparecieron”, asegura Juana.

palomar

 Hay infinitos conjuros y todos permanecen en el imaginario colectivo y se conocen a partir de la tradición oral. A pesar de su trascendencia y permanencia, no se recogen en ningún libro, seguramente este sea uno de los primeros reportajes que traten sobre ello. Y es que el mutismo sobre la leyenda ha sido la tónica habitual. Tal como certifican varias personas de mayor edad del municipio, hace décadas venía gente preguntando por algún curandero, que luego resultaba ser alguno de sus vecinos, pero hasta ese momento no lo descubrían, pues se mantenía en secreto. La leyenda de los brujos atrae por su misterio, pero también por ser un caso enigmático, ya que no se sabe con certeza su origen o historia.
 
 En Sebúlcor, muchas conversaciones en sus bares y salas culturales han contendido sobre la naturaleza de los brujos. Hay muchas teorías sobre ello, es un tema de reflexión recurrente entre los vecinos del municipio, que también se ha trasladado a las redes sociales, entre las que destaca Facebook. Tras una publicación denominada De conjuros, sanadores y druidas por Sebúlcor escrita por el apasionado de la fotografía y gran conocedor de la zona, Fernando Sebastián Álvaro, se inicia una conversación interesante. En ella se tratan las propiedades mágicas de la planta Gordolobo. Ante esto, el escritor Juan Carlos Santa Engracia, conocido por sus diarios de investigación en torno al municipio y, en concreto, sobre el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, incide en la existencia de sanadores en otros pueblos: “En el pasado, se conocía el campo y sus plantas, las estaciones, las fases lunares,… Todos estaban en el campo 24 horas al día (…) Entonces, ¿por qué los de Sebúlcor son “Los Brujos”?”. Sin duda, en Sebúlcor hubo algún acontecimiento o momento de la historia que le dio esa fama. Fernando mantiene su convicción de que los curanderos sebulcoranos “fueron los últimos que ejercieron, se promocionaron, acudían a ellos de pueblos de alrededor; supieron transmitirlo hasta nuestros días, la identidad no la perdieron y, con ella, tampoco sus creencias ni tradiciones”.
 
 Aunque sea difícil sacar conclusiones en torno a esta cuestión, Teodora considera que la gran fama de los brujos se debe a otras leyendas mágicas arraigadas en el municipio. Por ejemplo, se dice que el repique de campanas de la iglesia ahuyenta los nublaos y que una bruja era la encargada de hacerlas sonar todos los días a las 12 de la mañana. Por otro lado, tal como indica el aficionado a la fotografía, creador y administrador de La Web de Sebúlcor, Eugenio Chicharro, “su nombre original era El Sepulcro”. Un topónimo que se debe a “la existencia de una necrópolis visigoda” en la aldea recientemente abandonada de San Miguel de Neguera o “El Barrio” –considerada como el asentamiento precedente de Sebúlcor-, según documentaba en 1971 el arqueólogo segoviano Antonio Molinero. Tras este descubrimiento, el médico local de aquel periodo, Salvador Heredero, corroboró la existencia en aquel término de “restos abundantes de esqueletos humanos, sepulturas enfosadas y restos de alhajas que hacen sospechar que los hallazgos bien pudieran ser en gran cantidad”. Sin embargo, esto no quedó aquí. Hace una década, en unas obras de mejora de la plaza de la iglesia, aparecieron más restos, lo que dio lugar a la creencia de que Sebúlcor era “El Sepulcro” en el que podía estar enterrado el último y notable rey visigodo, Don Rodrigo, tal como hipotetiza Alberto en una publicación en la web

campanario

 Hoy en día, las leyendas se han encumbrado en historia y la de los brujos es la más popularizada en la comarca. Sus vecinos se enorgullecen de ello y, a su manera, promocionan esta tradición. Cada entrada y salida del municipio está adornada con un gran cartel que recibe a sus visitantes con un “Bienvenid@s al pueblo de los bruj@s”. Además, es usual ver veletas con forma de bruja coronando los tejados, amuletos en los marcos de las puertas, maceteros llenos de hierbas mágicas en huertos y jardines o cualquier motivo decorativo referente a brujas, gatos negros, lunas y estrellas, en un afán de recordar y traer la leyenda en la actualidad. No obstante, no solo se incide en reconocer la historia, sino que hay una pretensión de mantenerla y despertar interés sobre ella a las nuevas generaciones. Prueba de ello son las camisetas –y otro tipo de objetos promocionales- que cada año se venden a todos los vecinos en las fiestas patronales con mensajes y dibujos referentes a los brujos, la magia y el misterio.

cartel

 Pero el afán de permanencia no solo es material. Una peña de amigos decidió nombrarse “Los brujos”, además de una charanga constituida por jóvenes que llevaban la leyenda de pueblo en pueblo. A esto se suma que, cada año, en la primera noche de fiestas patronales, se celebra el concurso de “Miss Bruja”, “Míster Brujo”, “Miss Brujita” y “Miss Brujito”, consistente en la elección de varios vecinos del pueblo para ocupar las categorías enunciadas. Tras esto, los afortunados recibirán regalos, se vestirán con capas y gorros de brujos, serán los encargados de presentar el desfile de peñas y participarán en el pregón de las fiestas patronales. Una tradición que pronto cumplirá 15 años y de la que muchos medios se han hecho eco, como El Norte de Castilla, con su artículo “La elección de los brujos”.
 
 Es cierto que el número de brujos ha disminuido en comparación con décadas anteriores, tal como expone Teodora, que no quiere que sus remedios se pierdan. Por eso, legará a alguno de sus hijos todos los hechizos, aunque “a ninguno le interesa por el momento”. Victoria piensa que con la llegada de la medicina clásica y una mayor accesibilidad a los servicios sanitarios, “nos hemos olvidado –sobre todos los jóvenes- de estos remedios ancestrales”. De hecho, solo un cuarto del total de encuestados reconoce haber sido curado con alguna de estas prácticas o rituales mágicos. A pesar de ello, el renombre de Sebúlcor como el pueblo de los brujos está más popularizado que nunca en toda la región. No es de extrañar que, tras una crisis sanitaria mundial y de tal envergadura, donde el sistema sanitario ha colapsado y en las áreas rurales ya no hay visitas de los médicos, los jóvenes se refugien en el campo, miren al pasado, hablen con sus abuelos y, en definitiva, surjan nuevos hechiceros.

panoramica


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Bibliografía

-    Bragado, D. C., & de Quirós, I. F. B. (1993). Introducción a la arqueología en el cañón del Duratón. Diputación Provincial de Segovia, Fundación Promoción Social de la Cultura.
-    Chicharro, E. (20 mayo, 2003). “Nuestra historia”. Sebulcor.com. https://sebulcor.com/2003/05/nuestra-historia.html
-    Encuesta realizada por vía telemática (vía Google Forms) a 76 vecinos de la comarca. En línea en: https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Fs3SVb2RU69TWu9_w0oCVlK5GWWHX2aB-bczpQd310c/edit?usp=sharing
-    Enríquez, C. (1973). La provincia de Segovia. Everest.
-    Herrero, G. (16 mayo, 2001). El último curandero. El Adelantado de Segovia.
-    Madoz Ibáñez, P. (1846). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar.  Madrid.
-    Molinero, A. (1971). Aportaciones de las excavaciones y hallazgos casuales (1941-1959) al Museo Arqueológico de Segovia. Excavaciones Arqueológicas en España, 72.
-    Mundo Sonoro. (2018). Las brujerías de Sebúlcor y las fiestas. [Archivo de audio]. En línea en: https://www.ivoox.com/brujerias-sebulcor-fiestas-audios-mp3_rf_23396183_1.html
-    Rico, M. (24 julio, 2011). La elección de los brujos. El Norte de Castilla. Recuperado de: https://www.elnortedecastilla.es/v/20110724/segovia/eleccion-brujos-20110724.html
-    Santa Engracia, J. C. (2005). El Convento de la Hoz. Diario de una investigación.  Asociación Cultural Amigos Convento de la Hoz.
-    Tejedor, A. (11 julio, 2013). Sebúlcor, el sepulcro de un notable visigodo, Sebulcor.com. En línea en: https://sebulcor.com/2013/07/sebulcor-el-sepulcro-de-un-notable.html

Uge, La Web de Sebúlcor

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