María del Mar Antolín ha publicado un libro titulado “Hechos reales que llevan a la desaparición de nuestras ganaderías de ovino”.
Hija de un trillero de Cantalejo, María del Mar Antolín se casó hace casi un cuarto de siglo con Isidro Cuesta, pastor de Sebúlcor, empezando en ese momento “a vivir de las ovejas”, como dice ella. En los parajes del parque natural de las Hoces del río Duratón el matrimonio era feliz, pero con el correr de los años los problemas han ido aumentando. Hoy, con un rebaño de 700 ovejas churras y dos hijos varones, esta pastora no tiene más remedio que confesar que “nuestro sector se está yendo a la ruina”.
Su explicación resulta sencilla: “Los gastos se apoderan de los beneficios”. Y así, “si no fuera por las subvenciones sería imposible vivir”. De hecho, ella ya no solo se dedica a las ovejas. Se ha visto obligada a hacer un curso de geriatría para poder trabajar en la residencia de ancianos de Prádena. “Hay que salir a trabajar fuera, no queda más remedio”, lamenta.
En el año 1998, en las cercanías del puente de Villaseca (Sepúlveda), los lobos mataron 45 ovejas de su rebaño. Ella se llevó un susto de órdago. No fue la única vez. Otras dos veces se repitió el ataque. “A nosotros no nos indemnizaron”, critica, antes de señalar que “ahora deben dar algo cuando hay ovejas muertas”.
Pero, aparte de lo que ella llama “el problema del lobo”, que obligó a Isidro y a María del Mar a vallar su explotación, otro asunto amenaza a los dueños de los rebaños, el de los precios. “La gente se piensa que el que tiene ovejas nada en oro, y eso es mentira”, dice con fuerza. Cuando una de sus ovejas pare, se queda aproximadamente un mes en la nave, mientras cría al cordero. Y eso supone que hay que comprar pienso, “que ha subido muchísimo” y forraje. Además, también deben adquirir desparasitadores, en los que gastan “un dineral”.
La historia es otra a la hora de cobrar. “Cuando tenemos muchos corderos están bajos de precio, y cuando no los tenemos se ponen por las nubes”. Y así no encuentra esta pastora forma de ganar algo de dinero. “Yo llevo 24 años con las ovejas y las tengo en el alma, por eso siento muchísimo cuando digo que nuestro oficio desaparece a pasos agigantados”, continúa señala María del Mar.
El año pasado, ella se lanzó a escribir un libro para contar sus aventuras. Su título es “Hechos reales que llevan a la desaparición de nuestras ganaderías de ovino”. Con los quinientos ejemplares de la edición lo único que quiere “es enseñar a la gente lo que es el oficio de pastor”. Y que el hombre urbano vea “lo duro que es estar trabajando en las parideras, de sol a sol, y luego ver que apenas ganas dinero para llevar una vida digna”.
FUENTE:
EL ADELANTADO DE SEGOVIA
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