CUATRO MONUMENTOS ESTÁN A LA ESPERA DE QUE LA JUNTA LOS DECLARE B.I.C.

La cueva de La Griega (Pedraza), el convento de la Hoz (Sebúlcor), la ermita del Tormejón (Armuña) y el retablo de Carbonero contarán con esa figura de protección.

Cuatro monumentos de la provincia están a la espera de que la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta los declare Bienes de Interés Cultural (B.I.C). Se trata de la cueva de La Griega (Pedraza), el convento de la Hoz (Sebúlcor), el retablo del altar mayor de la iglesia de San Juan Bautista (Carbonero el Mayor) y la ermita de Nuestra Señora del Tormejón (Armuña). Según estimó el jefe del Servicio de Cultura de la Junta en Segovia, Juan José Martín, los cuatro tienen “grandes posibilidades” de alcanzar este mismo año dicha declaración por su interés histórico, artístico y arquitectónico, sumándose así al listado de 160 BIC declarados en la provincia. Así mismo, Martín recordó que la administración regional vela por la conservación de todos los bienes muebles o inmuebles que ya poseen tal condición.
Atraído por un paraje que le brindaba alimento y refugio, el hombre del Paleolítico Superior se asentó en las tierras de Pedraza. Los más antiguos restos de presencia humana aparecen en la cueva de La Griega, en cuyas paredes se ha hallado un conjunto de grabados considerado como una de las estaciones de arte rupestre más importantes de la Península Ibérica. La cavidad conserva numerosas representaciones de animales, entre las que predominan caballos y, en menor medida, ciervos. Estos grabados son de época Solutrense (una de las etapas del Paleolítico Superior), lo que cronológicamente los sitúa en una fecha en torno a los 18.000 años de antigüedad. Estilísticamente, la cueva de La Griega tiene paralelos tanto en otros santuarios de la cornisa cantábrica como del área mediterránea, por lo que la investigación futura deberá determinar si existieron contactos entre ambas zonas a través de la Meseta.
Fundado en 1231, este convento tuvo una dilatadísima historia. La primitiva construcción conventual, realizada con limosnas entregadas por vecinos de los alrededores, no debió ser muy consistente, y al amanecer el 7 de septiembre de 1495, estando todos los frailes en el coro de la iglesia, rezando maitines, se produjo el derrumbe de un gran peñasco, llevándose por delante todas las dependencias conventuales, a excepción de la iglesia, por lo que no hubo que lamentar daños personales. En ayuda del convento franciscano acudió la reina Isabel la Católica, que lo reconstruyó, reservándose para sí misma una celda. Tiempo después, también acudió Felipe II, en 1565. Más tarde, en 1680, fray Francisco de Salmerón erigió allí el primer colegio de misioneros de España. Luego, las medidas desamortizadoras del siglo XIX supusieron el final del convento. Expulsados los religiosos, la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz permaneció un tiempo en Sebúlcor, hasta que fue trasladada a la iglesia de San Justo de Sepúlveda, donde todavía se venera. Desde la desamortización del siglo XIX, el edificio ha sufrido un progresivo deterioro. Frecuentes derrumbes han contribuido a su actual estado de ruina. Numerosas voces se han levantado en los últimos años solicitando la protección de este enclave.
Ubicada en un cerro de alto valor arqueológico, la ermita de Nuestra Señora del Tormejón de Armuña no destaca arquitectónicamente, pero el descubrimiento de unas interesantes pinturas de la Edad Moderna avala su declaración como Bien de Interés Cultural.

FUENTE:
EL ADELANTADO DE SEGOVIA

Uge, La Web de Sebúlcor

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