El río ha formado hoces de fondo plano de hasta 100 metros de profundidad respecto al páramo, así como acusados escarpes, a lo largo de un recorrido muy sinuoso entre bloques cretácicos de calizas y dolomías que aportan un colorido diverso, con predominio del ocre, sobre las manchas rojas resultantes de los procesos kársticos de formación de la roca madre.
La declaración del Parque Natural de las Hoces del río Duratón tuvo lugar el dia 27 de Junio de 1.989 mediante Ley de las Cortes de Castilla y León (pincha AQUÍ para leerla).
Existen varios ecosistemas básicos que se pueden diferenciar:
El Enebral
Esta compuesto por bosquetes de sabina albar (Juniperus thurifera), cada (Juniperus oxycedrus) y enebros comunes (Juniperus communis) principalmente. Cubre buena parte de las parameras que se extienden a lo largo del cañón, su superficie ha disminuido considerablemente debido a la actividad humana y a los incendios.
Lógicamente los bosques mejor conservados son los que por su situación son más inaccesibles, próximos a los cortados del parque. En las zonas llanas aledañas tan solo quedan pequeñas manchas distribuidas irregularmente y bastante aclaradas, como consecuencia de esto la vegetación que predomina entre los árboles son matorrales de tomillos, aulagas y salvias.
También es empleado por los alcaudones como plataforma para poder divisar a sus presas. En lo mas alto de sus ramas se sitúa la tarabilla común para demarcar su territorio y atraer a las hembras. Debido a los insectos que pueblan su follaje siempre se verán en sus alrededores pajarillos insectívoros como el herrerillo y el carbonero.
Sus frutos constituyen el alimento básico de los zorzales durante su estancia invernal. El zorro, el jabalí y el tejón hacen en él sus refugios.
El Fluvial
Con el fin de poder comprender el dinámico entramado de vida animal y vegetal que se genera en torno al río, diferenciaremos tres partes fundamentales: la superficie del agua, el lecho del río y el bosque de ribera.
Pocas son las especies vegetales flotando sobre la superficie del agua. Sin embargo el ímpetu de la corriente no impide la presencia de ranúnculos (Ranunculus sp.) que, firmemente anclados en el fondo despliegan en primavera una delicada alfombra de florecillas blancas.
En el lecho, además de los peces, viven multitud de macroinvertebrados, cuyo tamaño en los estados finales de desarrollo supera los 2 mm. Se incluyen este grupo numerosos insectos (ninfas de libélulas y caballitos del diablo, ninfas de efímeras y perlas, etc.) muchos de los cuales son bien conocidos por los pescadores, dado que constituyen la fuente de alimentación de numerosos peces. Sirven también de alimento al mirlo acuático y a la rata de agua, e indirectamente viven a sus expensas los predadores de peces. Tal es el caso de la nutria y el martín pescador.
En aquellos lugares donde la densidad arbórea permite el paso de luz suficiente, asoman eneas, juncos, carrizos y espadañas.
El remanso de corriente que crean permite la proliferación de nuevos grupos de insectos (larvas de mosquitos, zapateros, escarabajos buceadores, etc.). La rana verde deposita aquí la freza, mientras que el sapo partero viene cada noche a humedecer la puesta de huevos que carga sobre su dorso durante la época de reproducción. Ambos resultan presa común de la culebra viperina y el escaso galápago leproso. Este último pasa extraordinariamente inadvertido. Gracias a una vista excelente logra advertir cualquier movimiento anormal, ante lo cual se arroja al agua de inmediato, produciendo un chapoteo seco y sonoro.
La distribución de las especies arbóreas dentro del bosque de ribera viene marcada por el gradiente de humedad edáfica que se genera en función de la distancia al río.
A las especies autóctonas propias de la cuenca del Duratón (olmos, sauces, alisos, fresnos...) debemos añadir aquellas introducidas por el hombre durante el transcurso de los siglos: chopos de crecimiento rápido, nogales, castaños, etc. En lo que a las arbustivas se refiere cabe mencionar un buen numero de especies diferentes: cornejo, saúco, zarzamora, rosal silvestre, endrino y majuelo.
Numerosas aves típicamente forestales encuentran aquí su nicho ecológico. Oropéndolas, reyezuelos, agateadores, trepadores azules, herrerillos, pinzones vulgares, carboneros, mitos, jilgueros, verdecillos, verderones comunes, pardillos, mirlos comunes, petirrojos, chochines, ruiseñores currucas capirotadas, pitos reales, y autillos, por solo citar los mas importantes.
En los huecos de los escasos árboles centenarios que quedan se refugian durante el día la gineta y el lirón careto. Por su parte, dos mustélidos, la comadreja y la garduña, instalan su madriguera en el suelo o cerca de él: conejeras abandonadas, entre las raíces de árboles, etc.
El Páramo
Con este nombre describiremos al terreno ausente de vegetación arbórea uniforme, compuesto por tomillares, espinales, aulagares y campos de cultivo que se extienden alrededor del parque.
Los tomillares están constituidos básicamente por plantas aromáticas mediterráneas, como son la sardinilla (Thymus mastichina), el tomillo salsero (Thymus zygis), la salvia real (Salvia lavandulifólia) el espliego (Lavandula latifolia), el poleo de monte (Teucrium polium), la santolina (Santolina chamaecyparissus). Junto a estos crece una diversidad de especies florísticas como la ajedrea (Satureja cuneifolia), el gamón (Asphodelus cerasiferus), el lino blanco (Linum suffruticosum), la jara rosa (Cistus albidus) además de diversas gramíneas y leguminosas. Como consumidores primarios nos encontramos a la liebre y al conejo. De otro lado especializadas en el consumo de semillas están, la perdiz roja, la alondra común, la alondra de Dupont, la cogujada común, la totovia y la terrera.
La tarántula es otro integrante de este ecosistema, agazapada en su guarida espera el paso de algún insecto sobre el que abalanzarse, como puede ser un saltamontes de alas azules, una langosta o algún escarabajo.
Todos ellos son la base alimenticia del lagarto ocelado, el cernícalo vulgar y de las culebras de escalera y bastarda.
También podemos encontrar matorrales espinosos de manera dispersa. El espino negral (Rhamnus lycioides) y la aulaga (Genista scorpius) son las mas frecuentes, aunque también podemos encontrar rosales silvestres. Entre las flores de todos estos espinosos arbustos la curruca rabilarga da caza a pequeños escarabajos, moscas y avispillas que acuden a alimentarse, como también a las abundantes orugas.
Los majanos (montones de cantos sueltos que se forman en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos) introducen una nota de variación en el monótono paisaje de la paramera y proveen refugio a toda una serie de animales beneficiosos, como culebras, lagartijas, comadrejas, mochuelos y abubillas. Frecuentemente podemos observar a las collalbas negra y rubia, en la piedra mas alta del majano lanzando a los cuatro vientos un gorjeo melodioso que tiene como fin delimitar su territorio.
En las cunetas de los caminos rurales crecen abundantes plantas ruderales, muchas de ellas conocidas por sus propiedades curativas. Destacamos al hinojo (Foeniculum vulgare), la fumarea (Fumarea officinalis), la mostaza (Sinapis arbensis), la malva (Malva sylvestris) la viborera (Echium vulgare) y el gordolobo (Verbascum thapsus).
El Pinar
Los suelos sobre los que se asientan los pinares son suelos ácidos, debido entre otras causas a la naturaleza química de las arenas silíceas. También influye la descomposición de las acículas del pino, las cuales aportan acidez. En esta descomposición interviene toda una microfauna edáfica (perteneciente o relativo al suelo) especializada: ácaros, colémbolos, tisanuros, etc, así como numerosas especies de hongos, buena parte de los cuales establecen relaciones simbióticas con los árboles.
La diversidad de plantas herbáceas y leñosas es relativamente baja, si comparamos el pinar con otros ecosistemas forestales. Destacan por su frecuencia el tomillo salsero, la sardinilla y el cantueso (Lavandula stoechas).
Sobre toda esta pléyade de insectos perjudiciales y otros muchos diferentes, se abaten multitud de aves - tanto aquellas de alimentación específicamente insectívora (carboneros, herrerillos, papamoscas, agateadores, etc.) como las especies granívoras en época de cría encuentran en ellos un insustituible complemento nutricional (jilguero, pinzón vulgar, verderón común, etc.) -.
Mientras, la ardilla, increíblemente ágil se desplaza rápida y silenciosa por las copas en busca de piñas maduras. Por su parte el ratón campestre debe contentarse con las caídas al suelo, hecho que atestiguan sus características mordeduras.
El pinar también es habitado por otras aves y mamíferos, los cuales constituyen un escalón mas en la pirámide alimenticia del ecosistema. Algunos de ellos, los mas escasos, han optado por una alimentación especializada; tal es el caso del azor, el gavilán y el alcotán. Otros, los mas abundantes tienen una alimentación que podríamos llamar oportunista, razón que explica su explosión demográfica. Nos referimos al rabilargo, la corneja negra, el zorro e incluso el jabalí.
Es de destacar el papel ecológico del pino resinero en las dunas continentales, el cual contribuye de forma decisiva a mejorar los suelos arenosos debido a la fijación del terreno y a su aporte de materia orgánica.
El Roquedo
Los cortados y cantiles propios del cañón del Duratón, como también los numerosos barrancos que en él confluyen, nos ofrecen una inusitada riqueza florística y faunística. La principal razón que explica este hecho estriba en el factor "inaccesibilidad", que permite asegurar la supervivencia frente a enemigos potenciales.
Con respecto a las plantas observamos una clara diferenciación de nichos. Primeramente tenemos el grupo de las rupícolas. Son aquellas que han logrado aprovechar las oquedades, grietas y porosidades, tan frecuentes en calizas y dolomías, para ubicarse y desarrollar su sistema vegetativo. Los sedos (Sedum acre, S. Dasyffilum y S. sediforme), y el ombligo de Venus (Umbilicus rupestris) disponen de hojas carnosas en las que logran almacenar eficientemente el escaso agua que les llega. La hiedra (Hedera helix), el culantrillo de pozo (Adianthus capillus-veneris) y el asplenio (Asplenium celtibericum) gustan de humedad permanente y así buscan puntos de rezumamiento o enclaves próximos al agua. Por su parte los zapatitos de la Virgen (Sarcocapnos enneaphylla), el pumilo (Rhamnus pumila) y el chaenorhinum origanfolium ssp segiviense muestran una marcada nitrofilia, lo que les lleva a situarse con frecuencia bajo buitreras y colonias de córvidos.
En segundo lugar nos encontramos con las plantas que se asientan en las repisas que serpentean transversalmente los cantiles, así como en pequeños rellanos. Como muestra de su valor botánico destacaremos algunas que son declarados endemismos ibéricos: Biscutella valentina, Dianthus pungens, Campanula hispanica, Paeonia broteroi, Ranunculus ollisiponensis y Anthirrhirinum meonanthum. Aparte resultan de obligada mención otra herbáceas tales como la Coronilla valentina, Mathiola fruticulosa, Ononis aragonensis y, finalmente, el perejil (Petroselinum crispus) y el té de roca (Jasonia glutinosa).
El otro gran tesoro biológico del roquedo lo integra el mundo de las aves. Cuevas, solapas, grietas y extraplomos proporcionan un lugar seguro para la nidificación de numerosas rapaces: buitre leonado, alimoche, cernícalo vulgar, halcón peregrino, búho real, lechuza común y águila real. Los córvidos, como grajillas y chovas piquirojas, forman densas colonias que rompen con su algarabía la monástica quietud de las Hoces.No faltan tampoco otros pájaros asociados a este medio vertical. El avión roquero instala su nido en forma de medio cuenco de barro sobre algún pequeño saliente rocoso.
Al pie de los cantiles, y entre los grandes bloques pétreos, se puede avistar al roquero solitario, al roquero rojo, la collalba negra y al colirrojo tizón.
En representación de los mamíferos, como es lógico, podemos encontrar al único grupo capacitado para el vuelo: los murciélagos . Por su abundancia podemos destacar el murciélago común y el murciélago troglodita.
El Urbano
La presencia del hombre en el ecosistema urbano introduce matices singulares englobados en factores ambientales (ciclo hidrológico, sistema de drenaje, contaminación, tendencias de asentamiento humano), energéticos (temperatura y luminosidad) y mecánicos (tráfico urbano de de tránsito).
En este singular medio tenemos la posibilidad de descubrir numerosas especies, animales y vegetales, que han sabido encontrar aquí su nicho ecológico. Son todas ellas especies oportunistas que se han acostumbrado a la presencia del hombre. Las condiciones especiales de temperatura y luminosidad, son la base de la acomodación de especies vegetales características, tales como la malva (Malva sylvestris), la ortiga (Urtica dioica), la celidonia (Chelidonium majus) y la mostaza (Sinapis arvensis). Se trata, en su mayoría, de plantas nitrófilas. Sobre ellas se asientan comunidades de insectos que en otros medios no podrían vivir durante las estaciones mas desfavorables: mariquitas, chinches, pulgones, moscas, mosquitos...
Las diferentes especies que encontramos hallan en este medio un ambiente propicio. Aves insectívoras como carboneros, colirrojos, herrerillos, petirrojos, tienen, incluso en invierno, condiciones adecuadas. Otras, como el gorrión común, la urraca, el mirlo y la grajilla, aprovechan los desperdicios y basuras que el hombre abandona. Multitud de espacios son aprovechados por diversas especies para establecerse. Sirven las cornisas, tejados, canalones, torreones, campanarios, e incluso el interior de edificaciones como es el caso de las golondrinas.
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En la realización de este apartado se ha utilizado el libro "Las Hoces del Río Duratón" escrito por Tomás A. Santamaría Polo y Jorge A. Caballero del Caz.
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