BIOGRAFÍA DEL RÍO MARIJABE

Suele comenzar Manuel González Herrero cuando, y muy frecuentemente, presenta un nuevo libro, comparándolo con la alegría de un nacimiento; y es definitorio el símil, pues una nueva criatura nace a la cultura. Día, pues, de gran contento fue cuando en el salón de plenos de la Diputación Provincial veía la luz, recientemente, un nuevo libro sobre Segovia, parte de su provincia, escrito por un segoviano.
Precedido en el uso de la palabra por Pablo Martín Gallego y Antonio Linaje Conde, que apadrinaron estas páginas, y la expresión de acogida y satisfacción del presidente de la "casa de todos los segovianos", como la llamó el mismo Javier Santamaría, González Herrero explicó cómo había gestado y elaborado el libro "Biografía del río de Marijabe. Tierra de Sepúlveda".
Disfruté mucho con el fácil decir de todos ellos, pero cuando llegó el turno de Manolo, era una gozada "verle" hablar, pues tanto o más que su preciso verbo, es de convincente su gesto, a un tiempo apasionado y reposado, enardecido y parsimonioso, nacido de lo más profundo de sus sentimientos; se sentían y contagiaban los gozos y recuerdos, dificultades, emociones y sorpresas que vivió Manolo paseando y estudiando este sendero, cauce del río San Juan o río de Marijabe, con sus amigos, compañeros de la cultural aventura.
En cierto modo retrasé mi salida un día para asistir a este gozoso acto; me llevé el libro para la vacación. Sus ciento ochenta páginas, divididas en once capítulos, al principio prometen ser reposada lectura para, al menos las jornadas en que debió de ser gestado, pero comenzada la lectura no es fácil detenerse hasta el final, ese punto tan magistralmente elegido, en que la señora del matrimonio último poblador del pueblín dice al marido: "Mira, Anastasio, el día en que nos muramos cualquiera de los dos, yo me voy a Segovia".
Esta lectura es para mí como una sesión de psicoanálisis, pues revivo una marcha que periódicamente realizamos, que llamamos "la de las Castrosernas", inundándome de sentimientos con esas páginas que hablan del paisaje de la tierra y el humano, "la historia y en lo posible la intrahistoria, la tradición, la vida presente y pasada de las gentes que habitan estas tierras, y sus liturgias; el memorial de vivos y difuntos, visto a través de la historia del río, o sea de su biografía".
Recorre el paseo Pradenilla, Ventosilla, Tejadilla, las Castrosernas, de Arriba y de Abajo, Condado de Castilnovo, Consuegra de Murera, Aldealcorvo, San Pedro de Gaillos, Valdesimonte, Villar de Sobrepeña y Sebúlcor, encargándose Juan Callejo San Frutos de expresar gráficamente la belleza y valores de hitos como ermitas, puentes, ruinas, cruces, potros de herrar, caleras, caminos, riscos, cuevas, arboledas de toda especie, aunque parece decantar su favor hacia los enebros, a los que trasvasa la cualidad moral que Confucio ve en el sándalo: "Sé como el enebro, que perfuma al hacha que lo hiere".
Leyendo la página 101, ensueño estar peregrino de ermitas y soledades, reposando en la explanada de la ermita de Ntrª. Srª. de los Remedios, que "A la Esposa divina/cantan la gala/pajarillos de alborada;/que de ramas de flores/y de flores en ramas/vuelan y cantan/los ruiseñores".
Saboreando estas deleitosas e instructivas páginas con que nos ha obsequiado Manuel González Herrero, libro de segoviano sobre Segovia, esperamos la próxima obra, deseando que sea pronta.

Manuel Fernández Fernández

FUENTE:
EL ADELANTADO DE SEGOVIA

Uge, La Web de Sebúlcor

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